México, pinturas del siglo XVI resurgen en una iglesia del centro del país

Después de ochenta años, en México, en el templo de Nuestra Señora de la Asunción de Santa María Huiramangaro, una población de poco más de dos mil habitantes del estado de Michoacán, en el centro del país, ha resurgido un importante ciclo decorativo del siglo XVI, pinturas murales encontradas tras una restauración realizada por profesionales delINAH, Instituto Nacional de Antropología e Historia, con fondos de la Secretaría de Cultura de México puestos a disposición a través del Fondo de Apoyo Comunitario para la Restauración de Monumentos y Patrimonio Artístico y del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“Este proyecto”, dijo Laura Elena Lelo de Larrea López, restauradora del Centro INAH Michoacán y directora de los trabajos, “nos permitió recuperar una extraordinaria obra en la cubierta horizontal del altar mayor y descubrir el rico patrimonio artístico, técnico y la evolución iconográfica que marcaron a este recinto religioso”. La intervención reveló una iconografía rica y colorista con tres capas pictóricas superpuestas. El más antiguo, que data del siglo XVI, corresponde a la creación del conjunto de imágenes que representan, entre otras, las figuras de los santos Pedro y Pablo, Catalina de Alejandría y Águeda de Catania, y la Sagrada Familia, con el Niño Jesús vistiendo el hábito franciscano. El tema exalta a los mártires, dando ejemplo de la vida de aquellos primeros hombres y mujeres que se convirtieron al cristianismo y en el momento de la muerte alcanzaron la salvación divina. El especialista explica que estas figuras, que coronan el presbiterio del Templo de Nuestra Señora de la Asunción, constituyen un ciclo con los relatos de la vida de santos poco atestiguado en el estado de Michoacán, pues la costumbre de decorar las iglesias con estos temas ya había desaparecido en el siglo XVII, cuando se privilegiaban los temas relacionados con la Virgen María, Cristo o algún santo en particular.

Las imágenes estaban ocultas bajo un encalado que databa de la década de 1940, cuando se aplicó un repintado general de pintura blanca, con diseños en azul, “una redecoración que alteró la apariencia del lugar”, explica Lelo de Larrea López. Durante los trabajos, las restauradoras encargadas de la intervención, Joselia Cedeño Paredes y Gabriela Fernanda Contreras González, constataron la existencia de tres capas pictóricas diferentes en los muros del presbiterio. La capa del siglo XVI es un temple utilizado para dibujar los personajes, que fueron pintados con finas veladuras, visibles en las aureolas y paisajes de fondo. En el siglo siguiente, se aplicaron óleos de colores vivos, como verdes y naranjas, a los ropajes de los personajes para resaltar sus volúmenes. En el siglo XX, se utilizaron colores acrílicos para retocar los tonos de la carne y los rostros de las figuras, que habían sido parcialmente borrados en los años anteriores. Respetando en gran medida el diseño inicial del siglo XVI, estos repintes estaban destinados principalmente a embellecer la ornamentación del presbiterio.

Joselia Cedeño y Gabriela Contreras refieren que la atención a los tableros y molduras de la techumbre implicó varias acciones: limpieza de polvo y guano de aves, fumigación contra insectos xilófagos, colocación de injertos de madera, reforzamiento de los tableros con ensambles, eliminación de repintes modernos, así como reintegración cromática con barnices en las partes faltantes de la capa pintada. Estos resultados supusieron un avance significativo en la recuperación del mobiliario religioso del Templo de la Asunción.

México, pinturas del siglo XVI resurgen en una iglesia del centro del país

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