Hasta el 12 de enero de 2025, las Gallerie d’Italia de Turín acogen en comparación dos obras maestras de la colección Corsini: la Virgen con el Niño pintada en Roma por Orazio Gentileschi hacia 1610 y la Virgen de la paja de Antoon van Dyck pintada en Génova entre 1625 y 1627. Ambas conservadas en la Galería Corsini de Roma, pueden verse ahora en la capital piamontesa durante las fiestas navideñas en el marco de la exposición L’Ospite illustre.
Los dos cuadros, que constituyen dos interpretaciones diferentes de la Virgen de la Leche, fueron pintados con unos quince años de diferencia.
La Virgen con el Niño de Orazio Gentileschi refleja la revolución de Caravaggio de pintar “del natural”, transformando el tema sagrado en una escena íntima y cotidiana. La obra se centra en la humanidad de la relación entre madre e hijo, expresada en el tierno intercambio de miradas y en el gesto del Niño que coge el vestido de la Virgen. Si no fuera por la aureola y los habituales colores rojo y azul del vestido, la Virgen podría ser una muchacha cualquiera, vestida a la moda romana de la época, al igual que el Niño con su chillón vestido amarillo.
Van Dyck, en cambio, reinterpreta el tema de la Virgen con el Niño en un contexto más simbólico y profundamente vinculado a la Natividad. Siguiendo los dictados del Concilio de Trento, el artista adopta un registro más piadoso y menos intimista. La cabeza del Niño dormido cubre el pecho de María, pero la alusión a la lactancia se percibe en el vestido rebajado. La obra es rica en detalles que anticipan la muerte y resurrección de Cristo: el rostro melancólico de la Virgen, la sombra de la nube que invade la cabaña y las espigas de trigo del primer plano, cuyos tallos forman una cruz. Este simbolismo eleva la imagen a un nivel de meditación espiritual, vinculando el nacimiento con el sacrificio final del Salvador.
Fotografía de Andrea Guermani.
Gallerie d'Italia de Turín, comparación entre Gentileschi y las Madonas con niño de Van Dyck en la Galería Corsini |
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