En Florencia , está a punto de comenzar la restauración de los mosaicos policromados con fondo dorado de la cúpula del Baptisterio: una intervención que durará seis años (se prevé que las obras concluyan en 2028), pero que permitirá al público ver de cerca el grandioso ciclo. De hecho, ya ha finalizado la construcción de la imponente obra que permitirá restaurar los magníficos mosaicos del siglo XIII. Después de más de 100 años desde la última restauración realizada en 1898-1907, los más de 1.000 metros cuadrados de mosaicos del Baptisterio de San Juan, compuestos por 10 millones de teselas policromadas de 5 a 20 milímetros por lado, serán objeto de una intervención que pretende recuperar su estabilidad estructural y su adherencia a la bóveda, detener los fenómenos de degradación y devolver a la luz el esplendor del fondo dorado y los vivos colores de las teselas de vidrio.
Porprimera vez, como estaba previsto, el público podrá ver de cerca los mosaicos de la cúpula, realizados sobre dibujos preparatorios de artistas como Cimabue y Coppo di Marcovaldo, que a los lados de la grandiosa escena delJuicio Final narran en cuatro registros las Historias del Génesis, de José el Judío, de Cristo y del Bautista. Una experiencia única e irrepetible, que sólo será posible durante los años de restauración. Las visitas comenzarán el 24 de febrero de 2023, previa reserva en la página web de la Ópera. La obra y los trabajos de restauración han sido encargados y financiados por la Ópera de Santa María del Fiore de acuerdo con la Archidiócesis de Florencia, bajo la alta supervisión de la Soprintendenza Archeologia, Belle Arti e paesaggio para la Ciudad Metropolitana de Florencia y las provincias de Prato y Pistoia. La obra es un proyecto de la Opera di Santa Maria del Fiore con Tecno System Appalti y Layher S.p.A., mientras que la intervención se confió al Centro di Conservazione Archeologica (Centro de Conservación Arqueológica), que, entre las numerosas obras maestras de mosaico restauradas, cuenta con las famosas del Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. A partir de 2014, la Ópera restauró primero el exterior del monumento y después las partes interiores con mosaicos, financiando los trabajos con 4,6 millones. La misma cantidad se invertirá en la restauración de los mosaicos de la cúpula, por un total de 10 millones de euros.
Para poder restaurar la bóveda de mosaicos del Baptisterio de Florencia, fue necesario diseñar y construir una obra tecnológicamente innovadora capaz de hacer accesible toda la superficie de mosaicos de la bóveda y, al mismo tiempo, tener el mínimo impacto visual en el suelo, dejando así a la vista de los visitantes (1.215 millones sólo en 2022) las paredes y la scarsella decoradas con mármol y mosaicos, cuya restauración finalizó en julio del año pasado. Tras un largo periodo de gestación, la solución encontrada fue construir un andamio en forma de seta (31,50 metros de altura y 25,50 metros de diámetro), construido en cuarenta días, que cubre una superficie de 618 metros cuadrados transitable en la parte superior, frente a una superficie ocupada en el suelo de sólo 63 metros cuadrados. El andamio, construido con 8.150 elementos, utiliza vigas de aluminio de última generación (Layher Flex) que, pasando por las aberturas cuadrangulares que dan al ático del Baptisterio, permiten distribuir uniformemente las cargas sobre la estructura portante del monumento.
La restauración de la cúpula de mosaico del Baptisterio de Florencia, que nadie ha podido examinar y estudiar de cerca desde hace más de un siglo, podrá aprovechar la experiencia adquirida en la restauración anterior de los muros interiores del Baptisterio y la información adquirida sobre restauraciones anteriores, en particular la de 1898 - 1907 realizada por elOpificio delle Pietre Dure. Sobre la base del informe final de este último, la hipótesis es que la intervención tendrá que hacer frente a una situación que presenta una superficie de 344 metros cuadrados de mosaico antiguo, encamado sobre mortero original, probablemente en proceso de desprendimiento; 567 metros cuadrados de superficies de mosaico desprendidas y rejuntadas sobre mortero de cemento por elOpificio; 128 metros cuadrados de superficies desprendidas y tratadas con yeso decorado en la intervención de 1820 - 1823 y luego repintadas con mosaico en la última restauración.
En estos días comenzarán las investigaciones de diagnóstico necesarias no sólo para verificar desprendimientos o decohesiones, sino también para definir la degradación de las teselas, la composición y el estado de “salud” de los distintos materiales que componen la obra. A partir de toda la información gráfica, fotográfica y diagnóstica adquirida, será posible entonces perfilar en detalle las metodologías de intervención específicas para cada problema, identificar los materiales más adecuados e innovadores y proceder a la restauración propiamente dicha.
Dominados por la figura de Cristo Juez, los mosaicos de la cúpula del Baptisterio fueron fuente de inspiración para la representación del Infierno en la Divina Comedia de Dante. Hacia 1225, según la fecha inscrita en la escarcela del Baptisterio, comenzaron las obras, probablemente recurriendo a mosaiquistas de fuera y a hornos ya activos en otros lugares. Pero pronto los artistas florentinos pudieron adquirir plena autonomía y, a finales de siglo, los más de mil metros cuadrados de la cúpula se habían revestido con el resplandeciente manto del mosaico. Varias generaciones de artistas se sucedieron en el andamiaje para crear una espectacular antología de arte, pictórico y mosaico a la vez, de la que también forma parte la bóveda de la scarsella, cuyos mosaicos se crearon mientras se seguía trabajando en los de la cúpula. Una vez concluida esta colosal empresa, se decidió extenderlos también a las zonas murales, donde no estaban previstos en un principio.
La investigación en los archivos, que precedió al proyecto de restauración, reveló información que documenta trabajos de mantenimiento que comenzaron ya en el siglo XIV, y que fueron necesarios debido a las filtraciones de agua procedentes del tejado que habían dañado los mosaicos. Sabemos que la primera intervención se encargó al artista Agnolo Gaddi y, posteriormente, a partir de 1483, la Ópera asignó una renta anual de treinta florines al pintor Alesso Baldovinetti para que comprobara la estabilidad de los mosaicos e interviniera puntualmente cuando fuera necesario. En el transcurso de los siglos siguientes, se llevaron a cabo otros trabajos de mantenimiento, el más importante de los cuales fue el realizado en 1781-1782 por Giovanni Orlandini y Giuseppe Sorbolini, que, sin embargo, resultó infructuoso, ya que en junio de 1819 se había desprendido una gran parte de los mosaicos y de las yeserías pintadas.
Se decidió entonces intervenir de nuevo, pintando las zonas donde se habían desprendido los mosaicos, en lugar de rehacerlas con mosaico, y para ello se encargó al pintor Luigi Ademollo, que trabajó allí de 1820 a 1823. Ademollo también utilizó grandes placas de hierro para fijar los mosaicos, solución que resultó totalmente ineficaz, de modo que a finales del siglo XIX, cuando la Ópera encargó el Opificio delle Pietre Dure, dirigido entonces por el superintendente Edoardo Marchionni, grandes superficies de mosaico estaban a punto de caerse. Gracias al informe final del Opificio, sabemos que se restauraron 1032 metros cuadrados de la bóveda de mosaico. De ellos, los 128 metros cuadrados que se habían caído y estaban pintados en yeso por Luigi Ademollo se rehicieron en mosaico gracias a los dibujos del pintor Arturo Viligiardi, utilizando los viejos azulejos que se habían caído y otros nuevos encargados a Murano. Pocos de los otros 911 metros cuadrados estaban adheridos a la bóveda y el Opificio decidió desprender 567 metros cuadrados y volver a colocarlos con un mortero que contenía una porción de cemento de fraguado lento.
La restauración de los más de 1.000 metros cuadrados de decoración de mosaicos del intradós de la bóveda del Baptisterio de San Giovanni requirió la construcción de una imponente obra provisional, según explicó Samuele Caciagli, arquitecto de la Opera di Santa Maria del Fiore y único responsable del procedimiento. El andamiaje fue concebido por la Oficina Técnica de la Opera di Santa Maria del Fiore y TSA (Techno System Appalti di Roma), diseñado y calculado por la misma empresa capitolina. “El procedimiento para el diseño se concluyó tras un largo periodo de gestación que, tras una primera selección de proveedores, realizada sobre la base del diseño preliminar y de un concepto, implicó a arquitectos, ingenieros de la empresa y andamios, cada uno por sus competencias específicas”, explicó Caciagli. “Nada podía dejarse al azar en las múltiples revisiones, todo tenía que estar cuidadosamente calculado, medido y diseñado para que la realización pudiera llevarse a cabo sin ningún obstáculo. Así pues, partimos del levantamiento tridimensional de todo el volumen del Baptisterio, levantamiento realizado por la Universidad de Florencia en 2014, que nos permitió identificar con precisión y acierto los posibles puntos de anclaje, el desarrollo de los planos de trabajo y la correcta ubicación de las zonas de almacenamiento. Una vez identificados los condicionantes arquitectónicos y estructurales, se transmitieron a los distintos participantes en el proceso de selección para el encargo de diseño y montaje con la petición de formular todas las posibles mejoras organizativas y de diseño, respetando la normativa y siempre bajo la atenta observación del fabricante de los materiales, Layher S.p.a, que supervisó la actividad y asistió al cliente de forma proactiva y proactiva”.
El objetivo, explica Caciagli, era “realizar una gran obra provisional que hiciera accesible toda la superficie del mosaico, buscando al mismo tiempo una estructura cuyo peso global no pesara demasiado sobre el texto monumental del bello San Giovanni y sus estructuras, basándose en los resultados de estudios anteriores y especialmente en los realizados para la última restauración del muro. Al mismo tiempo, se consideró esencial dejar completamente utilizables las superficies murales decoradas con mármoles y mosaicos que acababan de restaurarse, así como las de la scarsella y su bóveda. Para ello, fue necesario concebir y diseñar una estructura innovadora, técnicamente funcional y tecnológicamente avanzada, inspirada en las morfologías ya codificadas de la seta o el paraguas. Así pues, la estructura se ha completado en el plazo previsto y ya está lista para su uso: ”para mostrar al público el avance de las obras y los detalles de un espléndido ciclo de decoración en mosaico como el de la bóveda, pero sobre todo para los trabajos que nos permitirán transmitir este testimonio monumental a las generaciones futuras respetando plenamente los principios de la restauración".
La realización de esta obra ha sido una verdadera proeza por muchos motivos: la solución de diseño, posible gracias a la intuición y a soluciones tecnológicas adecuadas, el tiempo de construcción (sólo cuarenta días para montar y verificar los más de 8000 elementos metálicos que componen la estructura), el hecho de que el andamiaje sea seguro y accesible.
La restauración en sí es, pues, una empresa de gran envergadura e importancia, también por varias razones, como explica Beatrice Agostini, diseñadora y directora de los trabajos de restauración: “la notoriedad de la obra, la grandiosidad del lugar, el alto grado de especialización que requiere el trabajo, la contribución innovadora al conocimiento de la historia y la técnica de una obra de importancia capital que nadie ha podido examinar y estudiar de cerca desde hace más de un siglo”. Cada uno de los casos presentados deberá ser tratado de forma diferente, especialmente en lo que se refiere a los trabajos de consolidación; “fundamental”, señala Agostini, “fue la restauración de la scarsella en la que nos encontramos con elementos desprendidos que habían sido rejuntados sobre mortero de cemento del mismo tipo que el de la cúpula por Marchionni (superintendente del Opificio delle Pietre Dure y director de las obras de restauración de finales del siglo XIX). Las obras de restauración necesarias irán precedidas de una serie de análisis de diagnóstico destinados a determinar el estado de conservación de los mosaicos. En particular, se llevarán a cabo sondeos por ultrasonidos, georradar y termografía para determinar la estabilidad real de los mosaicos, así como sondeos mediante pacómetro para detectar las clavijas y los soportes, y sondeos no invasivos como XRF2, imágenes UV, visibles y de luz rasante. También será necesario proceder a una campaña de diagnóstico para caracterizar los morteros utilizados anteriormente, tanto para definir los métodos y productos de consolidación como para crear un orden cronológico de las distintas intervenciones e identificarlas con precisión en tablas específicas. La campaña de diagnóstico es necesaria no sólo para verificar los desprendimientos o la decohesión, sino también para definir la degradación de las teselas, la composición y el estado de salud de los distintos materiales que componen la obra. Además, será de fundamental importancia realizar la cartografía de las partes que han sido repintadas por Marchionni, para lo cual deberán consultarse también los planos originales presentes en el Opificio delle Pietre dure. Sobre la base de toda la información gráfica, fotográfica y diagnóstica, será posible delinear en detalle las metodologías de intervención específicas para cada problema, identificar los materiales más adecuados e innovadores y proceder a la restauración propiamente dicha”.
El estado actual de conservación de los m osaicos parecía significativo en los bordes de la cúpula, donde surgen grandes grietas en las que los mosaicos se han abierto. La pérdida en estas zonas de la continuidad del tejido del mosaico hace, por consiguiente, que las partes vecinas sean precarias. También merecen atención las diversas depresiones de la bóveda, visibles incluso a simple vista, que sugieren un desprendimiento de la estructura subyacente. El objetivo final de la intervención es, concluye Agostini, “recuperar la estabilidad estructural de los mosaicos y su adherencia a la bóveda, detener los fenómenos de degradación en curso y restaurar la integridad de la superficie”. Por último, la operación de limpieza devolverá el esplendor del fondo dorado y los vivos colores de las teselas de vidrio. La restauración consistirá en limpiar toda la superficie teselada, consolidar las zonas de mosaico que se están desmoronando y adherirlas a la estructura subyacente, consolidar las teselas de vidrio y piedra, rellenar los huecos y suturar las grietas que se han abierto en el mosaico a lo largo de las esquinas de la cúpula octogonal. Importante será la verificación estructural del propio Baptisterio, que implicará necesariamente trabajos que no estaban presentes ni eran concebibles".
“La Opera di Santa Maria del Fiore”, explica el Presidente Luca Bagnoli, “se creó para construir el Duomo de Florencia y administrar los bienes dedicados a su mantenimiento. La evolución posterior, cristalizada en las normas concordatarias, asigna, si se mira más de cerca, dos finalidades: una explícita, primaria, ya que se trata de iglesias, la de mantener los edificios al servicio del culto; otra implícita, la de mantenerlos como bienes culturales de interés para toda la comunidad, como patrimonio cultural de la humanidad. La restauración de los mosaicos de la cúpula del Baptisterio responde plenamente a estos objetivos y representa la continuación de un compromiso que comenzó en 2014 y finalizará en 2028”.
“Desde hace siglos, la Ópera de Santa María del Fiore se ocupa del Baptisterio y de la Catedral, que son los lugares el uno de la fuente de la vida cristiana, el bautismo, y el otro de la culminación de la vida cristiana la Eucaristía”, afirma el cardenal Giuseppe Betori. “Todo esto nuestros padres lo quisieron en el signo de la belleza, para que a través de él se expresara también la Verdad del misterio que aquí se celebra y que es el hecho de que aquí Dios se encuentra con el hombre. Por eso en el Baptisterio, por un lado está el misterio insondable de Dios representado de alguna manera por las formas geométricas del mármol, el máximo de abstracción, de trascendencia, y por otro el hecho de que nuestra religión es una religión encarnada hecha de cuerpos, el de Cristo, el de los hombres que creyeron en él, rostros, figuras que encontramos representadas en los mosaicos de la galería y que triunfan en los de la cúpula. El Baptisterio es un edificio que expresa la especificidad cristiana, por eso cuidarlo no concierne sólo a la estética, aquí la belleza conduce a lo Verdadero, la restauración de los mosaicos es por tanto una obra válida para la fe y no sólo para la historia del arte”.
Florencia, comienza la restauración de los mosaicos de la cúpula del Baptisterio |
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