En 2019, fue una de las historias que más atención acaparó: una preciosa y rara tabla de Cimabue, la Derisión de Cristo, que estaba colgada en la cocina de una casa muy corriente de Compiègne, una ciudad de 40.000 habitantes en Picardía, al norte de Francia. Esa obra, un hallazgo sensacional, se subastó posteriormente por la asombrosa cifra de 24,1 millones de euros partiendo de una estimación de 4-6 ( el anticuario italiano Fabrizio Morezio fue el mediador).anticuario italiano Fabrizio Moretti, que expresó su emoción al encontrarse ante una obra tan importante), y luego la exportación fue bloqueada por el gobierno francés porque estaba en juego una compra por parte del Louvre. Pues bien, la compra se concretó y ahora esa tabla entra en la colección del gran museo parisino.
Una compra que el Louvre ha calificado de “excepcional” además de “esencial” para su propia colección porque “el arte de Cimabue, y esta obra lo atestigua admirablemente, anuncia cuestiones que serán centrales para los pintores europeos del Renacimiento: la representación ilusionista del espacio, de los cuerpos, de la luz y de los sentimientos humanos”. Para hacerse con la obra, ha sido necesario financiar la operación con parte de los recursos del Louvre Abu Dhabi. Para el museo parisino, la Derrota de Cristo es la obra más importante de un primitivo italiano en el mercado desde 2004, cuando se vendió la Madonna Stoclet de Duccio di Buoninsegna.
Sólo se conocen una quincena de obras de Cimabue, la mayoría de ellas frescos, así como algunos grandes paneles como la propia Majestad del Louvre, actualmente en restauración. En cuanto a la Burla de Cristo, desconocemos su origen, aunque estudios de laboratorio han confirmado que pertenece a un único conjunto del que formaban parte otros dos paneles conocidos: la Flagelación de la Frick Collection de Nueva York y la Virgen con el Niño de la National Gallery de Londres. El panel londinense fue descubierto como el del Louvre, es decir, en una colección privada, en 2000: probablemente llegó a Inglaterra a mediados del siglo XIX. Y fue quizás a principios del siglo XIX cuando el conjunto original fue desmembrado y la Derision acabó en Francia, donde fue adquirida por los antepasados de sus últimos propietarios, quienes la encontraron en su cocina y la vendieron en 2019.
Obra fechable en la década de 1380, “permite dar una nueva mirada al artista que, por primera vez”, reza una nota del Louvre, “abandona la ’manera griega’, o bizantina, abriendo el camino a un renacimiento de la pintura occidental”. En el Derision, comparado con los paneles de Londres y Nueva York, Cimabue consigue resultados aún más modernos, ya que el tema iconográfico le permitía expresarse con gran libertad, en un lenguaje audaz e innovador, denso de vida y sentimiento. “En efecto, es la primera vez”, prosigue la nota, “que un pintor impone un naturalismo tan vivo en la representación de las expresiones de los personajes y en la representación de sus músculos en tensión. La búsqueda del naturalismo y la verosimilitud, el deseo de crear la ilusión de que la escena se desarrolla ante los ojos del observador, se manifiesta del mismo modo en la representación del espacio. El artista oculta los rostros de los personajes del fondo tras los de los personajes del primer plano, una idea nueva en la época. La humanización de los personajes, representados con ropas a la moda de finales del siglo XIII, con calzado de colores y espadas con vainas preciosas, así como la progresiva complicación de la arquitectura, marcan la transición de una pintura que pretendía rivalizar con los iconos a una pintura de modernidad reivindicada”. También son notables los colores, engarzados en una delicada gama cromática: oro, lapislázuli, pigmentos preciosos. El Louvre llega incluso a decir, quizá un poco exageradamente, que "todas las invenciones tradicionalmente atribuidas a Giotto y Duccio -el interés por el naturalismo, la expresividad y la construcción espacial para el gran florentino, y el por la narrativa y los colores delicados y elegantes para su alter ego sienés- se afirman ya magistralmente en la Derisión de Cristo que hace de Cimabue un artista pionero que marcaría a los dos más grandes pintores de la generación siguiente". Según el museo francés, Giotto y Duccio serían pues los herederos de las innovaciones desarrolladas por Cimabue en el Derision de Cristo. Sobre todos estos aspectos, la crítica no dejará de expresarse en las próximas semanas y meses.
Existe también una peculiaridad iconográfica, a saber, que Cimabue no intenta representar un episodio evangélico preciso, sino que trata más bien de escenificar la violencia de la burla de Cristo, el momento en que Jesús, tras su arresto, sufre la indignación de los soldados y de la muchedumbre. Cimabue “no duda en combinar muchos episodios en una misma secuencia narrativa para acentuar el efecto dramático. Es la idea misma de la burla y del ultraje la que se pone en escena”.
El cuadro se encuentra en buen estado de conservación, aunque presenta algunas lagunas (que no se repararán). Antes de ser presentada en las salas del museo, la Burla de Cristo será restaurada para que el público pueda leer mejor los colores de la tabla.
"La Burla de Cristo de Cimabue -afirma Laurence des Cars, directora del Louvre- constituye una etapa crucial en la historia del arte, marcando la fascinante transición del icono a la pintura. Pronto se presentará junto con la Majestad, otra obra maestra de Cimabue perteneciente a las colecciones del Louvre y cuya restauración está actualmente en curso. Juntos, los dos cuadros serán objeto de una exposición-evento en la primavera de 2025".
El Louvre adquiere la tabla de Cimabue hallada en la cocina de una casa francesa |
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