Los etruscos eran un pueblo indígena: el descubrimiento de la Universidad de Florencia

Los etruscos eran un pueblo indígena, con sus raíces firmemente asentadas en la península itálica, y no procedían de Oriente como a menudo se ha supuesto: ésta es la conclusión a la que llega un estudio coordinado por las Universidades de Florencia, Jena y Tubinga en Science Advances.

La civilización etrusca, que floreció durante la Edad de Hierro en el centro de Italia, ha intrigado a los estudiosos durante milenios. Los etruscos, en particular, se distinguían de sus vecinos contemporáneos por sus notables habilidades metalúrgicas y el uso de una lengua no indoeuropea ya extinguida. Por ello, el debate sobre sus orígenes ha sido intenso y ha implicado a distinguidos historiadores desde los tiempos del griego Heródoto. Ahora, un nuevo estudio publicado en Science Advances y coordinado por las Universidades de Florencia, Jena y Tubinga en el que han participado investigadores de Italia (además de la Universidad de Florencia, la Universidad de Siena, la Universidad de de Ferrara y el Museo de la Civilización de Roma), Alemania, Estados Unidos, Dinamarca y el Reino Unido, arroja luz sobre el origen y la herencia de los etruscos gracias al análisis del genoma de 82 individuos del centro y el sur de Italia que vivieron entre el año 800 a.C. y el año 1000 d.C.a.C. y el año 1000 d.C.

Los resultados confirman que los etruscos, a pesar de sus expresiones culturales únicas, estaban estrechamente emparentados con sus vecinos itálicos y revelan importantes cambios genéticos asociados a acontecimientos históricos posteriores. El estudio, en concreto, investigó la historia genética de individuos asociados con los etruscos y grupos posteriores de Etruria mediante el estudio de los genomas de 70 individuos. Éstos procedían de 12 yacimientos arqueológicos, con restos, datados por radiocarbono, que abarcaban, como se ha dicho, casi dos milenios, desde el 800 a.C. hasta el 1000 d.C.. Además, se generaron datos sobre el genoma completo de 16 individuos datados por el método del radiocarbono en el siglo VIII d.C., procedentes del yacimiento arqueológico de las “termas de Venosa”, en Basilicata (la fecha se refiere al punto medio de las fechas estimadas por radiocarbono), con el fin de comparar los datos genéticos con los de individuos que vivieron a principios de la Edad Media en el centro-sur de Italia. Estos datos, según los estudiosos que llevaron a cabo la investigación, resuelven cuestiones clave sobre los orígenes genéticos de los grupos etruscos y sus relaciones con otras poblaciones contemporáneas y posteriores.

La investigación también demostró que no hay pruebas genéticas de un movimiento reciente de población desde Anatolia, y demostró que los etruscos comparten el perfil genético de los latinos de la vecina Roma y que gran parte de su genoma procede de antepasados de la estepa euroasiática durante la Edad del Bronce. Teniendo en cuenta que los grupos relacionados con la estepa fueron probablemente los responsables de la difusión de las lenguas indoeuropeas, habladas actualmente en todo el mundo por millones de personas, la persistencia de una lengua etrusca no indoeuropea en Etruria es un fenómeno intrigante y aún inexplicable que requerirá una mayor investigación arqueológica, histórica, lingüística y genética.

“Esta persistencia lingüística, combinada con un recambio genético, pone en entredicho la tesis de que los genes equivalen a las lenguas”, explica David Caramelli, catedrático de Antropología de la Universidad de Florencia, “y sugiere un escenario más complejo que puede haber implicado la asimilación de los primeros pueblos itálicos por la comunidad lingüística etrusca, quizá durante un prolongado periodo de mezcla en el segundo milenio a.C.”.

Entre la Edad del Hierro y el periodo de la Roma republicana, la herencia genética etrusca se mantuvo durante al menos 800 años. El estudio señala, sin embargo, que durante el último periodo imperial romano, Italia central sufrió un cambio genético a gran escala, resultado del mestizaje con poblaciones del Mediterráneo oriental, que probablemente incluía esclavos y soldados trasladados a través del Imperio Romano.

Si nos fijamos en la Edad Media más reciente, los investigadores han identificado antepasados del norte de Europa que se extendieron por la península itálica tras el colapso del Imperio Romano de Occidente. Estos hallazgos sugieren que los emigrantes germánicos, incluidos los individuos asociados al recién establecido reino lombardo, pueden haber dejado un impacto rastreable en el paisaje genético de Italia central.

En las regiones de Toscana, Lacio y Basilicata, existe una continuidad en el patrimonio genético de la población entre la Alta Edad Media y la actualidad. Esto sugiere que la principal reserva genética de la población actual del centro y el sur de Italia se formó en gran medida hace al menos 1.000 años. Aunque deben obtenerse más datos de ADN antiguo de toda Italia para apoyar esta hipótesis, los cambios de linaje en la Toscana y el norte del Lacio similares a los registrados en la ciudad de Roma y sus alrededores sugieren que los acontecimientos históricos del primer milenio d.C. tuvieron un gran impacto en los cambios genéticos de gran parte de la península itálica.

Imagen: Vista aérea de dos tumbas etruscas de San Germano di Vetulonia (Grosseto) del siglo VI d.C. (los restos humanos analizados en este estudio también proceden de este yacimiento). Foto de Paolo Nannini

Los etruscos eran un pueblo indígena: el descubrimiento de la Universidad de Florencia

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