Importante hallazgo en aguas de Capo Rizzuto: los restos de la campana de un barco naufragado

El hallazgo de los restos de una campana en aguas de Capo Rizzuto, en la provincia de Crotone, está siendo investigado por la Superintendencia Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático, dirigida por Barbara Davidde, y la Superintendencia de Arqueología, Bellas Artes y Paisaje de las provincias de Catanzaro y Crotone, dirigida por Fabrizio Sudano. También participan el Área Marina Protegida de Capo Rizzuto, el Centro Regional de Estrategia Marina de Arpa Calabria con sede en Crotone y la Unidad de Buceo de los Carabinieri de Messina.

“En mayo de 2019, algunos buceadores locales (Francesco Megna, Simone Megna, Luca De Rosa y Franco Megna)”, explica Fabrizio Sudano, “encontraron algunos cañones cerca de Capo Rizzuto e informaron de su descubrimiento a las autoridades. Tras una primera inspección, las dos Superintendencias decidieron iniciar algunas investigaciones subacuáticas con fines de protección, cuyas actividades científicas fueron dirigidas por los arqueólogos subacuáticos Salvatore Medaglia y Paola Caruso, pertenecientes a los dos institutos del Ministerio de Cultura”.

En las aguas del Área Marina de Capo Rizzuto, un parque marino creado en 1991 que se extiende por 14.721 hectáreas“, añade Barbara Davidde, ”se han estudiado nueve cañones dispersos caóticamente en una zona de bajíos rocosos. Se trata de piezas de artillería de hierro fundido de diferentes tamaños y calibres que yacen en un fondo marino de entre 6 y 10 metros de profundidad. Alrededor de las piezas de artillería también se descubrieron dos enormes anclas de hierro, la mayor de las cuales mide unos dos metros de largo".

Tras un minucioso trabajo de limpieza para definir mejor el estado de conservación de las piezas de artillería, los arqueólogos llevaron a cabo una documentación detallada de cada uno de los artefactos y una búsqueda en el lecho marino con la inestimable ayuda de los buzos de los Carabinieri dirigidos por el comandante Domenico De Giorgio. En el transcurso de la búsqueda, se encontró una campana de bronce atribuible al barco naufragado. En bastante buen estado de conservación, la campana presenta diversas incrustaciones marinas y se caracteriza por algunas decoraciones en relieve. Se trata de un hallazgo importante que ha suscitado entusiasmo entre los arqueólogos, que esperan poder obtener información para encuadrar cronológicamente el pecio, que por el momento permanece sin especificar.

“Entre el equipamiento de a bordo”, explica el arqueólogo subacuático Salvatore Medaglia, de la Soprintendenza per il Patrimonio Subacqueo, con sede en Taranto, “la campana desempeñaba sin duda un papel importante, con un valor, si se quiere, simbólico. Colgada en el castillo en la época de la marina de vela, marcaba el paso del tiempo y avisaba a la tripulación de las distintas actividades diarias. También servía de señal acústica, por ejemplo en caso de niebla o peligro inmediato. No pocas veces, la campana llevaba el año de fundición y, a veces, la marca del artesano que la había fabricado. A estos elementos podía añadirse además el nombre del barco y el emblema de la marina o el escudo del Estado bajo cuya bandera navegaba. Por eso es tan importante para nosotros, como investigadores, dar una identidad al pecio”.

La campana fue transportada por los Carabinieri del Nucleo Tutela Patrimonio Culturale de Cosenza, y en las próximas horas será confiada a un restaurador experto en tratamiento de metales, que trabaja en el laboratorio de la Soprintendenza ABAP de Cosenza. Habrá que esperar al examen detallado y a la restauración del artefacto para tener alguna información más sobre la campana.

La zona marina de Capo Rizzuto, donde se encuentran los restos del naufragio, ya es conocida por los arqueólogos. En estas mismas aguas hay otros vestigios de naufragios: el más famoso es el del vapor Bengala, de la flota italiana Navigazione Generale, que, botado en Sunderland en 1872, se hundió en 1889 causando la muerte de dos tripulantes. También hay otros dos yacimientos arqueológicos relacionados con naufragios, que pueden fecharse entre los siglos XVII y XVIII, situados a poca distancia del pecio de la campana. El primero de ellos es un pecio que pudo iniciar su viaje en Narbona y que transportaba un variado cargamento lítico compuesto por mármol de las canteras de Caunes Minervois en Francia (también conocido como el rojo melé de Francia), Portovenere (mármol negro) y Carrara; el otro, que yace en un fondo marino de unos 8 metros, ha arrojado otros cañones, también de hierro fundido.

La razón por la que estos pecios se concentran en estas aguas se debe presumiblemente a la presencia de algunos bajos que, al menos hasta finales del siglo XVIII, estaban semisumergidos. Éstos constituían una auténtica trampa para las desafortunadas embarcaciones que tenían la desgracia de toparse con ellos. Muchos libros de prácticos modernos, que datan principalmente de los siglos XV y XVIII, mencionan el peligro de estos bajos, y numerosos documentos de archivo conservan registros de naufragios ocurridos entre los siglos XVI y XIX en este tramo de mar. A los peligros de los bajos rocosos hay que añadir la piratería, principalmente berberisca, muy virulenta a lo largo del mar Jónico calabrés y de la que existe abundante documentación histórica.

Las investigaciones continuarán en los próximos meses con el objetivo de encontrar partes del casco que puedan haberse conservado en algunas de las grandes bolsas de arena de las que está salpicado el fondo marino. La zona de la investigación está vigilada por la policía mediante dispositivos de vigilancia, también a distancia.

Importante hallazgo en aguas de Capo Rizzuto: los restos de la campana de un barco naufragado

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