Excavaciones en Bulgaria revelan un asentamiento romano destruido en el siglo IV

Un asentamiento tardorromano que había permanecido oculto durante siglos bajo terrenos agrícolas cerca del pueblo de Borimechkovo, en la región búlgara de Pazardzhik, ha salido a la luz gracias a recientes excavaciones de rescate. El descubrimiento se produjo durante la construcción de un gasoducto de tránsito, que hizo necesaria una investigación arqueológica de una zona de 4.400 metros cuadrados situada en una terraza natural junto a un pequeño arroyo.

La ubicación del yacimiento, en la parte occidental de la cordillera de Sredna Gora, ha favorecido históricamente los asentamientos debido a la presencia de recursos naturales, entre ellos el mineral de cobre, aunque el paisaje sufrió importantes cambios durante el siglo XX, con aterrazamientos y plantaciones que alteraron la estratificación arqueológica. A pesar de las dificultades, las excavaciones han permitido reconstruir la historia de una comunidad que vivió en el siglo IV d.C., interrumpida bruscamente por un incendio.

Un incendio y el hundimiento de una comunidad

Los análisis estratigráficos revelaron que el asentamiento consistía en un único nivel de viviendas, que terminó abruptamente tras un incendio datado no antes del año 347 d.C., gracias a las pruebas aportadas por las monedas encontradas. Los restos de los edificios, que nunca se reconstruyeron tras la destrucción, permitieron a los arqueólogos estudiar en detalle la organización del espacio vital. Las estructuras se encontraron principalmente en las trincheras A20, A21, A22, B21, B22 y en la trinchera W. De la investigación surgieron dos edificios distintos, con orientaciones diferentes pero situados muy cerca el uno del otro. Sus cimientos, hechos de piedras de tamaño medio unidas con barro, sostenían muros construidos con ladrillos de barro. Fragmentos de tejas y ladrillos confirman el uso de cubiertas de ladrillo. En su interior, las viviendas disponían de fosos para almacenar grandes recipientes, los pithoi, destinados a guardar provisiones.

El Edificio I, excavado sólo parcialmente, tenía al menos tres habitaciones, mientras que el Edificio II tenía dos. Entre los objetos hallados en la capa quemada había siete monedas, dos de las cuales databan del reinado de Constancio II (347-355 d.C.), lo que permitió establecer la cronología del yacimiento. Además de las monedas, se descubrió cerca de la superficie moderna, en una zona alterada por las actividades agrícolas, un pequeño depósito de seis denarios de plata y algunas joyas, que databan del año 249 d.C.

Objetos de uso cotidiano y vínculos con la cultura tracia

Los objetos recuperados, aunque no son numerosos, ofrecen una visión de la vida cotidiana de los habitantes del asentamiento. Entre los objetos de metal se encuentran puntas de flecha, fíbulas, hebillas, agujas de coser, cuchillos, anillos y cadenas, así como una lúnula de plata, un colgante típico tracio. Entre los artefactos de piedra, se identificó un fragmento de una piedra de molino manual, mientras que los recipientes de cerámica incluyen ánforas, jarras, tazas, cuencos, ollas, tapas y coladores.

La presencia de pesas de telar y husos indica que las actividades textiles desempeñaban un papel en la comunidad. La cerámica hecha a mano muestra fuertes vínculos con la tradición tracia, lo que sugiere que los habitantes pertenecían a este grupo étnico y mantenían una continuidad con las prácticas artesanales locales. Aunque la zona excavada es limitada, los rastros de intrusiones posteriores, incluida la actividad de los buscadores de tesoros, sugieren que el yacimiento siguió despertando interés en siglos posteriores. El hallazgo de monedas que datan del siglo V y de una fíbula de hierro más antigua demuestra que la zona no quedó completamente abandonada tras el incendio del siglo IV.

Excavaciones en Bulgaria revelan un asentamiento romano destruido en el siglo IV

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