Hace unas semanas, la revista Cambridge Archaeological Journal publicó una investigación que está suscitando interés en la comunidad académica. El artículo, resultado de años de excavaciones y análisis en dos importantes yacimientos arqueológicos de Turquía, Arslantepe y Başur Höyük, propone nuevas interpretaciones de la aparición de las primeras estructuras y élites políticas durante laEdad del Bronce, un periodo que se creía dominado por las ciudades mesopotámicas. En concreto, los descubrimientos en ambos yacimientos parecen cuestionar la idea de que la aparición de la realeza estuvo estrechamente vinculada a la urbanización y a la concentración de poder en centros urbanos como la antigua Babilonia. Los estudios realizados por Cambridge indican que la evolución social y política de la Edad del Bronce fue más compleja de lo esperado, con la aparición de clases nobiliarias que no derivaron exclusivamente del crecimiento de grandes metrópolis, sino más bien de dinámicas locales y del control de recursos naturales estratégicos.
Situado en la llanura de Malatya, al este de Turquía, el yacimiento de Arslantepe, que data del año 3300 a.C., ha sido objeto de extensas excavaciones en las últimas décadas. Sin embargo, lo que hace que el yacimiento sea tan importante es la presencia de palacios y enterramientos que datan del 3.000 a.C. (uno de ellos identificado como la tumba real más antigua conocida en Arslantepe), que desafían las teorías tradicionales según las cuales la formación de estructuras políticas complejas (como las que llevaron a la creación de la realeza) sólo fue posible en ciudades grandes y ya desarrolladas, como Uruk, una antigua ciudad del sur de Babilonia, o Sumer. Los restos de los palacios monumentales de Arslantepe sugieren, por tanto, que la aristocracia también se había desarrollado en zonas más aisladas, donde la élite podía ejercer el poder mediante la gestión de los recursos, la protección del territorio y la centralización de las prácticas rituales. Por otra parte, además del complejo palaciego en ruinas, el yacimiento de Arslantepe cuenta con una serie de objetos hallados en contextos funerarios que indican la existencia de una verdadera corte real. Su riqueza, también derivada del uso de materiales, podría sugerir que los individuos enterrados pertenecían a un rango muy elevado, probablemente relacionado con un gobernante local.
Sin embargo, lo que hace que el yacimiento sea aún más notable es la presencia de pruebas de sacrificios humanos en contextos funerarios. De hecho, durante las excavaciones se encontraron restos de individuos sacrificados en enterramientos de alto rango. Pero, ¿por qué hablamos de sacrificios humanos? En un contexto en el que el poder estaba estrechamente vinculado al control de los recursos y a la protección de las comunidades, los sacrificios podían tener como objetivo reforzar la autoridad de los gobernantes locales y consolidar el vínculo entre lo divino y el poder político. Los hallazgos de Arslantepe indican que, en algunas sociedades de la antigua Edad del Bronce, los sacrificios se utilizaban para consagrar la figura del gobernante y asegurar la prosperidad del reino, legitimando su autoridad y poder sobre la población.
Por su parte, el yacimiento de Başur Höyük, situado en la región montañosa del sureste de Turquía, es un lugar de investigación que recientemente ha revelado nuevos descubrimientos sobre la formación de élites en la Edad del Bronce. Situada en una colina estratégicamente ubicada a lo largo de las rutas comerciales que conectaban Mesopotamia con el Cáucaso e Irán, Başur Höyük fue un centro comercial y estación de tránsito de recursos naturales, activo a finales del IV y principios del III milenio a.C. Como en el caso de Arslantepe, en el yacimiento de Başur Höyük también se han realizado descubrimientos arqueológicos que han permitido identificar estructuras rituales y tumbas colectivas que parecen confirmar la existencia de una sociedad jerarquizada.
Tras el colapso del sistema de Uruk entre el 3100 y el 2800 a.C., Başur Höyük surgió como centro de realización de ritos funerarios, algunos de ellos especialmente llamativos y en ocasiones violentos. De hecho, en la zona sureste del yacimiento se descubrieron 18 tumbas, entre ellas cistas de piedra, fosas simples y tumbas de fosa con capuchones de piedra, todas ellas excavadas en la arquitectura del Calcolítico tardío. Además, en la necrópolis se encontraron casi 1.000 objetos de metal, entre insignias y armas, cuidadosamente envueltos en tejidos, así como unas 100.000 cuentas de piedra, de materiales como piedra caliza, ágata, amatista, cristal de roca (cuarzo), esteatita, azurita, loza y conchas marinas. Los objetos, junto con un conjunto cerámico igualmente variado, atestiguan el acceso continuo a las redes de comercio internacional que siguieron a la expansión de la civilización de Uruk. Las tumbas de piedra de Başur Höyük también se distinguen por el enterramiento simultáneo de varios individuos en órdenes graduales. Los datos podrían sugerir que, a principios de la Edad del Bronce, existían grupos masculinos asociados a ritos de iniciación o cultos guerreros: de hecho, los análisis cromosómicos han revelado la presencia de individuos de ambos sexos y, en las primeras fases de la necrópolis de Başur Höyük, quizá incluso de más mujeres. No obstante, entre los objetos más sorprendentes se encontraban varios centenares de objetos de cobre fundidos con la técnica de la cera perdida, como amuletos con remates en forma de animales que imitaban la forma de sellos cilíndricos, estandartes y cetros, cálices y medallones con figuras adosadas de toros salvajes, cabras y aves.
La presencia de sacrificios humanos en ambos yacimientos arroja luz sobre un aspecto menos analizado de las sociedades de la Edad del Bronce: la conexión entre el poder político y los rituales religiosos. De hecho, los sacrificios no se consideraban actos de violencia. Eran más bien herramientas simbólicas para comunicar el poder, la sacralidad del gobernante y la protección divina, y en sociedades donde las divisiones sociales eran fuertes y los recursos limitados. En una época en la que el control del territorio y los recursos era crucial para la supervivencia, el uso de prácticas rituales como los sacrificios también tenía un significado político. El sacrificio humano servía como manifestación de poder, presentándose el gobernante como intermediario entre los mundos terrenal y divino.
Aunque todavía es posible argumentar que metrópolis como Uruk o Babilonia desempeñaron un papel decisivo en la formación de las primeras estructuras políticas, los descubrimientos en los dos yacimientos de Başur Höyük y Arslantepe indican que otras dinámicas sociales pueden haber contribuido a la aparición de la realeza y las clases dirigentes.
Aunque los yacimientos estuvieron influidos por el comercio con las grandes civilizaciones mesopotámicas, parecen haber seguido caminos diferentes, lo que indica que la formación de élites en las regiones fue un fenómeno más diverso y menos ligado a un modelo urbano centralizado. Los recursos naturales, como el mineral de cobre y las tierras fértiles, desempeñaron un papel fundamental en muchas de las zonas mencionadas, donde la ubicación geográfica y el control de los recursos fueron cruciales para el establecimiento de poderes locales. Estas dinámicas demuestran, por tanto, cómo la Edad del Bronce se caracterizó por una pluralidad de experiencias políticas y sociales. Aunque Mesopotamia sigue ocupando un lugar central en la historia de la Antigüedad, la investigación de las nuevas realidades periféricas incita a los estudiosos a replantearse la complejidad de la historia preurbana y a considerar diversos factores que contribuyeron a la formación de sociedades estratificadas de la Edad del Bronce.
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El auge de la realeza más allá de las grandes ciudades: nuevos descubrimientos en dos yacimientos de Turquía |
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